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Vera Rubin trabajando en 1965, foto de la Fundación Carnegie.

Vera Rubin, la mujer que el Premio Nobel olvidó.


Esta es una traducción por mi cuenta -y de mi diccionario inglés/castellano- del reportaje publicado por la revista «Popular Science» escrito por Rachel Feltman con motivo del fallecimiento de Vera Rubin, la astrofísica que nunca fue galardonada con el Premio Nobel -aunque ella en vida sabía que en ningún ámbito, tiempo y lugar la reconocían por el simple hecho de ser mujer-.

A nuestro parecer ella es como Aquiles en la Guerra de Troya: se le recuerda más por sus actos que por ser hijo de dioses o reconocido por reyes, ambos en sus afamadas labores serán inmortales en el conocimiento e historia de la humanidad.


Vera Rubin, quien esencialmente creó un nuevo campo en la astronomía al realizar el descubrimiento de la materia oscura, era una favorita, por años, a ganar el premio Nobel de Física. Pero ella nunca recibió su llamada telefónica madrugadora desde Estocolmo, Suecia. El domingo ella falleció a la edad de 88 años.

La muerte de Rubin debería entristecer a la comunidad científica en el mejor de las circunstancias. Incontables científicos fueron inspiradas por su trabajo. Muchísimos científicos están investigando las preguntas que no pudieran existir sin su trabajo. Pero su paso por este mundo supone otro soplo: el premio Nobel no puede ser galardonado de manera póstuma. El más prestigioso reconocimiento en el campo de la física nunca se otorgará a una mujer que, indiscutiblemente, era quien más lo merecía.

En las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, Rubin y su colega Kent Ford encontraron que las estrellas dentro de las galaxias en espiral no se comportaban como las leyes de la física dictan que deberían hacerlo. Este extraño giro le llevó a ella y otros a concluir que alguna masa aún no vista debería influenciar la rotación galáctica. Esta materia desconocida -ahora llamada materia oscura- sobrepasaba a la masa común en una relación de 5 a 1. Esta era una gran apuesta. Tal como publicó Phil Plait en su pizarra electrónica:

«¿Pueden ver la importancia de esto? La mayor parte del universo que Rubin descubrió es invisible para nosotros aún cuando este material ha tenido un profundo efecto en, literalmente, todas las cosas».

Vera Rubin trabajando en 1965, foto de la Fundación Carnegie.

Vera Rubin trabajando en 1965, foto de la Fundación Carnegie.

Un argumento frecuentemente escuchado contra el merecimiento del Nobel para Rubin es que la materia oscura es aún técnicamente teórica. Algunos científicos están aún trabajando en alzarse con teorías alternas para explicar el comportamiento de el universo. Dejemos que alguien lo detecte, dicen los opositores, y entonces aquellos que sentaron las bases podrán tener su reconocimiento. Esto pudiera ser un gran argumento, si no fuera por el hecho que los hombres que descubrieron la energía oscura -no menos importante que la materia oscura y no mucho menos teórica- fue recompensada con el galardón en el año 2011. Y sus observaciones tuvieron lugar unos buenos 20 años después de que Rubin hiciera su trabajo.

«La existencia de la materia oscura ha revolucionado completamente nuestro concepto de el Universo y nuestro campo de estudio» dijo Emily Levesque -Universidad de Washington- en una reciente entrevista a la revista «Astronomía». «El creciente esfuerzo para entender el papel de la materia oscura básicamente se ha multiplicado en subcampos enteros de la astrofísica y la física de partículas».

Mientras seguía una prolífica carrera científica, Rubin también lideró las causas de otras mujeres en la ciencia. Ella fue una astrofísica rompedora de moldes en un tiempo cuando pocas mujeres trabajan en este campo. Fue la única graduada con honores de entre sus compañeras en el colegio Vassar en 1948, y fue desdeñada en la Universidad de Princeton por razones de género. Obtuvo su Doctorado en la Universidad de Georgetwon con apenas 23 años de edad y siendo madre de dos hijos.

«A la edad de doce años prefería estar despierta observando las estrellas que en estar durmiendo y descansando. Comencé a aprender. Empecé a ir a la biblioteca a leer. Pero solo fue en mi dormitorio viendo a las estrellas lo que realmente me enseñó.No había nada más interesante en mi vida que observar las estrellas cada noche».

Vera Rubin.

Cuando Rubin vino a ser la primera mujer en ganar aprobación oficial para usar el Observatorio del Monte Palomar del sur de California en 1964, tuvo prohibido usar un baño porque no existían facilidades para mujeres en el edificio.

«Vivo y trabajo bajo tres premisas básicas», escribió Rubin en una oportunidad, «Una: En la ciencia no hay un problema que pueda ser resuelto por un hombre y no por una mujer. Dos: en el mundo entero la mitad de todos los cerebros son de mujeres. Tres: Todos necesitamos permiso para hacer ciencia, pero, por razones que están profundamente arraigadas en la historia, este permiso se da con más frecuencia a los hombres que a las mujeres».

Han pasado 53 años desde que una mujer ganara el Premio Nobel de Física. De acuerdo en expertos en el área, hay gran cantidad de mujeres merecedoras de asetimiento, pero el desaire de 2016 fue la última oportunidad de Rubin.
Podemos obtener consuel en el hecho de que Rubin, mujer de mala leche como era, le hubiera condedido mayor importancia.

«La fama es fugaz», dijo Rubin a la revista «Discover» en 1990. «Mis números significan más para mí que mi nombre, si los astrónomos siguen usando mis datos a partir de ahora, ese es mi mayor cumplido».