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Rumbo a un Estado Socio Listo

Ultima edición: sábado 23 de marzo de 2024.

 

En el año 2016 comenzamos a escribir un análisis de nuestro fenecido Estado Rentista, la República que eramos,  monoexportadora de hidrocarburos y su venta en divisas, principalmente dólares estadounidenses, era la llamada renta petrolera. Pensábamos que todo era cuestión de tiempo para salir del atolladero, que nuestro ingreso por venta de petróleo, principalmente, nos llevaría a una tercera Venezuela Saudita. Hoy, cuatro años después hemos vuelto a reflexionar y dados los hechos y acontecimientos ocurridos presentamos ante el mundo nuestro Rumbo hacia un Estado Socio Listo ¿Qué es, «cómo se come eso»? Pues leamos y pensemos.

Actualización año 2024: cumplimos 10 años de aquella calamitosa situación, el señor José Roberto Duque lo describe muy bien en este artículo suyo:

Hace apenas diez años

  1. De la situación actual
  2. Asamblea Nacional Constituyente (ANC)
  3. Del Estado Socio Listo
    1. De la moneda del Estado Socio Listo
    2. Del Impuesto sobre la Renta en el Estado Socio Listo
    3. Del Impuesto al Valor Agregado en el Estado Socio Listo
    4. Del control de precios en el Estado Socio Listo
    5. De la Ley de Alimentación en el Estado Socio Listo
    6. De las importaciones y exportaciones en el Estado Socio Listo
    7. Del sistema bancario en el Estado Socio Listo
    8. De los alquileres y compras de viviendas en el Estado Socio Listo
    9. Del Ministerio del Seguro Social Venezolano (MSSV)
    10. La crisis del capitalismo
  4. Para saber más:
Sigue leyendo
Michael Moore Oscars 2016.

El 6 de enero debe ser un día festivo federal – DÍA DE LA DEMOCRACIA – para que nunca lo olvidemos


Traducción del artículo publicado por el cineasta y ganador de un premio Oscar de la Academia, señor Michael Moore ( https://www.michaelmoore.com/p/january-6th-must-be-a-federal-holiday ).


En este, el tercer aniversario de aquel día de 2021, cuando el entonces todavía Presidente de los Estados Unidos, al que sólo le quedaban dos semanas en el cargo, recién destituido por la inmensa mayoría del pueblo estadounidense que le había desalojado de la presidencia en las urnas… en este día, 6 de enero de 2021, decidió dar un golpe de Estado y convocó a sus rabiosos seguidores de la derecha a acudir a la Capital de la nación para detener, con violencia si era necesario, el traspaso pacífico del poder.

Con su fraudulento catálogo de mentiras descaradas, perjurio, calumnias, vídeos falsos, testigos inexistentes, abogados a punto de ser inhabilitados y ni una sola prueba de que le habían «robado» las elecciones, casi 90 jueces de todo el país, muchos de ellos republicanos, habían fallado en su contra, algunos de ellos acusándole de intentar derrocar unas elecciones probadas, legítimas, libres y justas y de inventar una conspiración para engañar a millones de personas haciéndoles creer que, de algún modo, seguía siendo el Presidente.

Entonces declaró que no tenía intención de abandonar el Despacho Oval. Había pedido a millones de personas que se unieran a él y lucharan el 6 de enero de 2021. Dijo a la multitud enfurecida que marcharía con ellos por la Avenida Pensilvania para asaltar el Capitolio e impedir que el Congreso cumpliera con su deber de certificar oficialmente los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, en las que Joe Biden ganó por siete millones de votos.

Su incitación a lo que se convirtió en un motín violento y despiadado en el que miles de personas, siguiendo sus órdenes, atacaron el edificio del Capitolio, causando la muerte de cinco agentes del orden, además de herir a otros 140 policías y mujeres (muchos de ellos de gravedad), el saqueo de ambas cámaras del Congreso, la caza de líderes del Congreso a los que la turba intentó mutilar o matar (incluido el vicepresidente, al que pretendían linchar), y luego, en medio de todo este horror, izaron su bandera de la victoria y desfilaron por todo el edificio: la bandera confederada de la Guerra Civil, un festejo que el derrotado ejército confederado nunca pudo realizar por sí mismo. El 6 de enero de 2021, esa bandera de la supremacía blanca, la esclavitud y la traición, por primera vez, «ondeó» dentro de nuestro Congreso de los Estados Unidos.

Pero quizá lo peor que ocurrió aquel día no fueron las heces y los cristales rotos esparcidos por el Capitolio. Fue lo que ocurrió unas horas más tarde esa noche, una vez restablecido el orden. Los miembros del Congreso salieron de sus escondites y regresaron a sus respectivas Cámaras. Aún les quedaba un trabajo por hacer: Certificar oficialmente que Joe Biden era el Presidente electo de los Estados Unidos de América. De los 535 representantes y senadores que antes habían prestado juramento para defender la Constitución, 147 de ellos -todos republicanos-, apenas unas horas después de haber corrido por sus vidas para sobrevivir a este intento de golpe de Estado, optaron por ponerse del lado de la mafia traidora y votaron a favor de impedir que Joe Biden entrara en la Casa Blanca para hacer el trabajo para el que le había elegido el pueblo estadounidense. Fue una asombrosa acción masiva de traición, violar sus deberes constitucionales y dar «ayuda y consuelo» a los insurrectos. La Sección 3 de nuestra 14ª Enmienda establece claramente que cualquier funcionario electo que participe en un levantamiento de ese tipo -o preste ayuda a ese levantamiento- tiene prohibido ejercer su cargo. Sin embargo, sorprendentemente, 121 de esos republicanos fueron reelegidos para el Congreso el 8 de noviembre de 2022 para servir otro mandato. (Al final de esta publicación, puede copiar y compartir el póster de SE BUSCA que creé con los nombres y las fotos de la ficha policial de los 121 delincuentes reelegidos en el Congreso).

Desde aquel día de 2021, más de 1.200 de estos alborotadores han sido detenidos. Más de 900 han sido condenados, y quedan más juicios por celebrarse. Y el cabecilla, cuyo intento de golpe de Estado fracasó, fue finalmente detenido y acusado de 91 delitos graves en una conspiración para derrocar las elecciones libres del gobierno. Actualmente está a la espera de al menos cinco juicios distintos.

Amigos, creo que este día de infamia no debe olvidarse nunca. Las lecciones aprendidas de él -cómo estuvimos tan cerca de perder nuestra democracia- deben transmitirse a las generaciones futuras. La democracia, como sabemos nosotros y el resto del mundo, es una empresa frágil, que puede perderse en un abrir y cerrar de ojos. Este año debe producirse un compromiso renovado, una efusión masiva de apoyo a la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Y esta es mi sencilla idea que me gustaría que todo el mundo apoyara:

Hacer del 6 de enero una fiesta nacional. Un día al año en el que recordemos lo que ocurrió el 6 de enero de 2021 y en el que celebremos el derecho de todos a votar, sin acoso ni represión, y en el que nadie, independientemente de su riqueza o posición, esté por encima de la ley.

Día de la Democracia, 6 de enero.

Hagámoslo. Puede que tengamos que derrotar a un montón de odiadores de la democracia en las urnas el 5 de noviembre, ¡pero también podemos hacerlo! También debemos hacerlo.

Dondequiera que estemos o hagamos lo que hagamos hoy, hablemos con la gente que veamos y digamos simplemente: «Sabéis, lo que ocurrió en este día hace tres años, debería ser un día festivo federal, un día de recuerdo para que nunca olvidemos lo valioso que es el voto, lo necesario que es para crear una democracia real y plena, y por qué debemos defenderlo siempre contra todos y cada uno de los enemigos, extranjeros y nacionales. Especialmente domésticos».

Dígame lo que piensa. Creo que merecemos la pena.

Michael Moore

mike @ michael moore . com